¿Te han dicho alguna vez que "no deberías sentirte así"?
Frases como “no llores”, “no tengas miedo” o “no te enojes” o “tienes que estar feliz” nos enseñan, desde pequeños, a reprimir ciertas emociones. Pero la realidad es que no existen “emociones negativas”.
En neuropsicología las emociones más básicas se denominan sistemas afectivos primarios. Y cada uno cumple un propósito psicológico y biológico.
La angustia, por ejemplo, te ayuda a visualizar una pérdida, y a buscar consuelo acercándote a tus seres queridos. El enojo señala que se han cruzado tus límites, y te moviliza a defenderte. El miedo te hace notar posibles peligros, y evita que tomes decisiones apresuradas.
En sí mismas, no son el problema. El problema está en cómo las gestionamos. Cómo reaccionamos y qué cosas decidimos hacer (o evitamos hacer) ante estos estados afectivos. El verdadero crecimiento está en aprender a sentir sin ser controlados por lo que sentimos.