¿Alguna vez te has enojado tanto que golpeaste las puertas o las paredes?
Ese es el caso de Fernando, que es una buena persona, pero cada vez que se frustra rompe algo, ya sea un mueble, o un celular. No se puede controlar y esto le trae problemas con su familia y su pareja.
No tiene otra forma de liberar la frustración, y solo, muy de vez en cuando, con alguna película trágica lo logra llorar. Como si necesitara un empujón extra.
Recuerda que de niño lloraba solo y nadie venía a consolarlo, e incluso le decían que era poco hombre. Su padre era bastante tiránico, y su madre depresiva nunca estaba realmente disponible.
Al final comenzó a pensar que llorar era una debilidad y no servía para nada, y que la única forma de defenderse y que lo escucharan, era ponerse violento. La ira era la única emoción válida, y se transformó en su única vía.
De adulto, no le queda otra que desarmar esas creencias, soltar el dolor, entender que las personas criadas en entornos diferentes, sí pueden valorar y permitir la expresión de su dolor. Que con las personas adecuadas, llorar si es útil.
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