¿Alguna vez te has sentido culpable de no ser productivo? ¿O no puedes ni disfrutar tu tiempo libre, porque sientes que deberías estar siempre mejorándote y siendo tu mejor versión?
Como dice el filósofo Byung Chul Han: “la productividad ha dejado de ser un medio para un fin y se ha convertido en un fin en sí misma”
Ser productivo ya no es solo un mandato externo, que impone un jefe, sino que se vuelve un mandato personal, casi religioso. Vivimos bajo la constante presión de ser más eficientes, más rápidos, más creativos; hasta la extenuación.
Dormir 5 horas, trabajar diez horas extra, ir al gym, cuidar a tus hijos, estudiar y tener un emprendimiento, todo al mismo tiempo. Y en lugar de sentirnos más realizados, nos sentimos agotados y vacíos.
Porque el objetivo ya no es producir para ser feliz, sino ser eficiente constantemente, porque de lo contrario fracasé, no valgo como persona.
Y lo peor es que nos sentimos juzgados por un otro, que en realidad está en la misma rosca, sufriendo como nosotros. Porque cree que nosotros lo juzgamos. Que merece ser juzgado por su pecado de improductividad.
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Bibliografía:
Han, B.-C. (2010). La sociedad del cansancio. Ediciones Herder.
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