¿Alguna vez has sentido que no importa lo que hagas por un familiar, nunca es suficiente? Veamos el caso de Laura
Laura le da un regalo sencillo a su padre en Nochebuena.
Este lo mira y comenta en un tono un poco irónico: ¿Andabas corta de plata?
Laura se siente muy ofendida y discute con su padre. Su padre le dice que no tiene sentido del humor, que no era para tanto. Pero ella se siente muy frustrada y culpable.
Incluso se pregunta si estuvo mal, o si debería haber manejado las cosas de otra manera.
El problema es que su padre siempre es así, Laura ya no podía más con esa actitud, y terminó desbordada.
Situaciones como esta las escucho seguido en el consultorio, discusiones que no giran tanto sobre lo que se dijo, sino sobre lo que no se dijo.
Laura siente que nunca es suficiente, ama a su padre, pero termina lastimada cada vez que habla con él. Por un lado, quiere tomar más distancia, y por otro teme ser considerada una mala hija.
Lo complejo aquí es aceptar que no es nuestra responsabilidad llenar las expectativas del otro. Ni siquiera la de nuestros seres queridos. Especialmente cuando esas expectativas no son realistas.
Si necesitas acompañamiento para gestionar conflictos como este, no dudes en escribir. Estoy aquí para ayudarte.
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